LUIS. UN MILITANTE. UN AMIGO
Persona comprometida y gran amigo. Nos queda el recuerdo de su permanente y fiel compromiso con la clase trabajadora. Descansa en paz, amigo y compañero. Hasta siempre
Muy mala noticia me das querido amigo,es como si me hubieran amputado una parte de mi ser,es una de esas pocas personas que dejarán una huella imborrable.
Te fuiste y ya está. Te fuiste como viviste. Esa mezcla entre anarquista y ácrata. Cuando te dio la gana, dijiste hasta luego, nos vemos.
Lealtad, solidaridad, compromiso, fidelidad, cercanía. Esas fueron tus banderas. Tu bandera.
"¿Has visto a Luis?". "Sí, allí, el de la bandera roja".
Tu ansiedad por conocer. De todo. Y no te quedabas nada. Compartías tu conocimiento y nos dejabas turulatos. La Luiskipedia. "Que si Bakunin esto, que si Stalin aquello".
No tenemos nada que perdonarte, solo que nos abandonas. Eso no se hace a los amigos que siempre te hemos querido, tío. Por lo demás, solo que cantabas fatal. Y lo sabes. Y de esto de la música, también querías saber, ¡¡hay que joderse!!
Nos vemos en el tema.
Triste noticia.
Compañero, has dejado huella en todas las personas que tuvimos la suerte de conocerte y compartir las acciones de lucha. Lucha por nuestra tierra y por nuestras gentes.
Una vida dedicada al activismo.
Siempre vivirás en nuestros corazones y en nuestra memoria. Eres parte de la historia de IC.
No te decimos adiós, te decimos hasta siempre. 💪🏽💜🇮🇨
Siempre fue Luis Mi Niño; me encantaba oírlo hablar del tema... Analizaba y argumentaba increíblemente bien porque estaba muy bien informado. Incluso de cotilleos curiosos.
El único problema con él es que nunca se cansaba y, aunque era reservado para sus cosas, no podías con tanta información interesante.
...Y a partir de ahora... ¿quién me va a contar lo que esté pasando? Vamos a echarlo mucho de menos.
A PROPOSITO DE LUIS
Lo conocí en el 76, al calor de la fiebre movilizadora y militante de entonces. El barrio de Somosierra ardía de indignación por el asesinato de Bartolomé y al año siguiente caía Javier a las puertas de la universidad. Yo, imberbe y silencioso, lastrado aun por la timidez de una adolescencia prolongada, trataba de vislumbrar parcelas vitales; ramales de luz que me orientasen en medio del ambiente guerrerista que se vivía en las calles.
Un día de septiembre de 1976 me topé con el personaje. Apareció en medio del corro de una reunión semiclandestina, en un despacho de abogados de la Calle Jorge Manrique. Se paseaba en el centro de la abultada concurrencia, desfilando con los pantalones arremangados, tratando de escenificar alguna ocurrencia de las suyas que ahora no recuerdo. Hacía un año que había muerto el dictador y aquel individuo, de pelo ensortijado y ademanes eléctricos, se movía pletórico por la sala, feliz por la llegada de las libertades y tratando de contagiar a la concurrencia de su inagotable fervor revolucionario. Así fue siempre. Los cuerpos envejecen, pero algunos jamás se desprenden de su alma de niño; almas soñadoras; aparentemente ingenuas, pero luminosas. Almas jodidamente inagotables, persistentes y necesarias. Así era el alma de Luís.
Movido por una tormentosa incontinencia verbal costaba librarse de él, pero en el fondo, y por alguna razón misteriosa, todos buscábamos aprender de su inagotable y arrollador verbo. Era de una locuacidad imparable. Después de escuchar a Luís, nadie volvía a ser el mismo. Nunca se despedía. Cuando creías que había quedado atrás, volvía al asalto y, reincidente, se colocaba a tu altura para aportar alguna nueva idea a su inquebrantable discurso. En ocasiones caminaba junto al coche mientras abandonabas el aparcamiento. A veces era un dolor de cabeza, pero, cuando no estaba, le extrañábamos.
Nacemos para traer luz, pero, confusos y desorientados, algunos individuos terminan perdidos en los laberintos del mundo. Luís tampoco fue ajeno a las turbulencias que, a veces, nos hacen sucumbir frente al caos. Como todo ser viviente tuvo momentos de desorientación, pero, guiado por una inspiración profética, siempre estuvo acompañado de la necesaria lucidez para no cambiar de bando. Colocado junto a los que trabajan por un mundo mejor; convencido de que era posible una sociedad más humana y fraterna; ferviente seguidor de la gran utopía, como un niño que espera un regalo, vibraba con la posibilidad de un orden socialmente más justo. Y, precisamente, tal vez para llenar el vacío de los que le faltaron durante la niñez, era un niño grande que regalaba juguetes los días de Reyes.
Vivo aferrado a la idea de algún tipo de trascendencia vital. Quiero creer que, algún día, alguien me explicará para qué coño venimos a este mundo. Tal vez, sobre alguna estrella lejana, Luís nos esté esperando para precisar quién diablos autorizó el aterrizaje. Y, además de continuar definiendo las maldades del capitalismo; las razones que dieron origen a la Segunda Guerra Mundial y el estallido de la Revolución Rusa, nos aclare por qué coño se enfrentaron Marx y Bakunin, contribuyendo, con ello, a que el mundo fuese más caótico y feo.
Luís, cuándo nos reencontremos, ¿nos lo aclararás, en el tema?
No sufro tu partida, pero te extraño
Luisín, intuyo, casi afirmo, que este, tu último viaje, lo deseabas, así que no puedo quedarme mal porque hayas hecho un viaje deseado.
Tus recuerdos están en todas partes: en las excursiones que hacíamos juntos por el monte, en navidades y fines de año que compartíamos tras una inesperada llamada de última hora para juntarnos los solitarios a compartir un rato tranquilo a nuestro modo.
Recuerdo las interminables reuniones en las que hablabas de trabajo un rato, luego venía la segunda guerra mundial con el aperitivo, otro rato de reunión y venía el desayuno con Stalin, la merienda con Bakunin y teníamos que recordarte que era una reunión de trabajo. Ojalá yo pudiera almacenar en mi memoria tantos conocimientos: eras una enciclopedia ambulante. Veo tu letra en tantos sitios y las siento llenas de vida, siento que estás ahí. Y tengo la tentación de guardar lo que fue tuyo para sentirme cerca de esos fragmentos de vida.
Fueron tantas las risas, hasta dejar escapar las lágrimas que es imposible no recordarte.
Fuiste y eres parte de nosotros, siempre vi tu alma de niño y, conocerte, hacía que te perdonara cuando sacabas a flote el Luis cascarrabias.
Dejaste muy bonitos, alegres y gratos momentos en nuestras vidas y saldrán a la luz inevitablemente en cada encuentro con nuestro grupo de amigos.
Si existe vida después de la muerte, estarás fundando un partido de izquierdas o una organización sindical donde quiera que te encuentres, y como una día también me tocará partir, igual seguimos siendo compañeros de trabajo y grandes amigos.
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