Introducción al libro de José Luis Guzmán García

 

Proceso sumario contra el sindicalista Juan García Saavedra y el militar José Almenara Pérez. Causa 97/1936

 

          La presente publicación es la narración jurídica de un hecho -uno más entre tantos- de los muchos sucesos juzgados y sentenciados por los tribunales militares golpistas durante la Guerra Civil Española (1936-1939).P

 

            Preámbulo de Manolo Cabrera

 

          Si nos atenemos a la exacta definición de término, no existió en el archipiélago canario confrontación bélica directa, pero ello no significó ausencia de acción represora; por el contrario, los militares que se sublevaron contra la República llevaron a cabo una sistemática, metódica y brutal represión contra todo núcleo de resistencia, individual o colectiva, que, en una amplia variedad de formas, se habían opuesto al levantamiento militar contra la República. No solo eso, también trataron de eliminar a todas aquellas personas, militantes o no, que habían tenido algún tipo de compromiso político de adscripción izquierdista durante la legalidad republicana. Tras el fallido golpe de estado que dio inicio a la Guerra Civil, los militares que habían subvertido el orden constitucional vigente fueron imponiendo a lo largo de todo el archipiélago un tétrico escenario de terror, sistemáticamente planificado, con el objetivo de someter a la población bajo un opresivo escenario de sumisión y muerte; actos planificados de represión ejercidos como elemento disuasorio de control. Las personas que hasta entonces habían ejercido funciones representativas, amparadas por la legislación republicana, tanto militantes de partidos y sindicatos de izquierda como militares y policías leales a la República, fueron encarcelados, sometidos a juicios sumarísimos, torturados y, en muchos casos, condenados a muerte sin las más mínimas garantías de defensa jurídica. Las acusaciones incurrían generalmente en narrativas falsas, utilizando testimonios forzados mediante el miedo y la amenaza, para recrear una realidad artificial que encajasen con unos hechos que nunca existieron. Las nuevas autoridades militares, una arrogante casta malintencionada, inhumana y asesina, sometió a la población a una dura prueba de desgaste con el fin de aniquilar cualquier atisbo de esperanza. Se sucedieron multitud de actos injustos, donde los más desfavorecidos se llevaron la peor parte. Un halo de pesadumbre se instaló en la vida cotidiana. Toda una generación quedó marcada por el sufrimiento, el hambre, la falta de instrucción y el dolor.

          La larga lucha por la consecución de un mundo más justo ensalza la figura de millones de militantes que, a lo largo de la historia, han perseguido incesantemente el logro de esa utopía. El anhelo por una sociedad fraterna es el telón de fondo en el que se enfrentan, desde el principio de los tiempos, clases sociales antagónicas. Frente al odio y el crimen de las clases dominantes, las muestras de solidaridad y apoyo mutuo de tantos militantes anónimos nos reconcilia con el género humano. Los detractores de la justicia, que se ocultan bajo discursos falsos y edulcorados para ganar las elecciones, siempre están al acecho para imponer sus tesis, con el objetivo de mantener los privilegios de una casta social que carece de los rasgos humanos más básicos.  Los pueblos que no confrontan, que no combaten la iniquidad y la injusticia institucionalizada, terminan sucumbiendo ante las fuerzas de la reacción y el crimen.  De una sociedad decadente no brotan militantes comprometidos. Se hace necesario un ejercicio personal de introspección que solo puede brotar de la sed de conocimiento, albergado en los libros, y el afán individual por descubrir la existencia de tantos actos heroicos protagonizados por todas las personas luchadoras que nos han precedido; de tantas almas generosas que entregaron su vida y su tiempo para que el ser humano no abandone la senda de la justicia y la hermandad universal.  Esta narración contiene uno más de aquellos actos, los de unos hombres –Juan García Saavedra y José Almenara Pérez- que, en un momento determinado del golpe militar, sintieron el impulso de realizar un acto de resistencia, ignorando, tal vez, la malévola ferocidad vengativa del fascismo, que les haría pagar un alto precio por aquella acción.

          

          Por último, recordar un suceso que, además de ilustrar la nobleza de las ideas emancipadoras, no deja de ser una llamativa paradoja: 

          

          El ex suboficial boliviano Mario Terán, quién disparó y dio muerte a Ernesto “Che” Guevara en Bolivia, el 9 de octubre de 1967, recuperó la visión tras ser operado por médicos cubanos en el año 2007. Cuatro décadas después de que Mario Terán intentara con su crimen destruir un sueño y una idea, el 'Che' volvía a ganar otro combate para darle la vista a al ciego que lo había asesinado.

          

          “La ciencia de adquirir riquezas está en encontrar cierta cantidad de hambrientos, pagarles tres monedas, hacerles producir por diez, amontonar una fortuna y acrecentarla de inmediato mediante algún golpe de mano con ayuda del Estado. Piot Kropotkin”.

 

Esta publicación será editada próximamente por Intersindical Canaria Tenerife

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